domingo, 8 de marzo de 2015

La primavera en Erlangen


Se asoma discreta, ya se atisba su lomo dorado, su suave y palpitante presencia. Mis labios la rozan al salir a la puerta. Las flores se enredan en ella, anhelan penetrarla hasta lo más hondo y se alzan al cielo donde sueñan fundirse, en un baño vaporoso, de aromas, de colores de ausencia de sombras. 
También nosotros con oníricos deseos salimos en su busca, la perseguimos. escapando de la umbría color ceniza, intentando dar caza a la aurora roja, al rayo invisible y a la fragancia de recuerdos que nos hagan elevarnos cual capullos renacidos al celeste donde creemos que habita ella, la vida, la primavera.
Todo se llena de arcoíris, de helados y terrazas repletas, de apresuradas ganas por estrujar y inspirar todo ese polvo de oro que nos rodea, tan templado. Las risas habitan en los parques, la piel se atreve en una batalla perdida contra el sol, los ojos se humedecen y mil formas adquieren en ese intento de aprehender al astro.

Erlangen hoy estaba tan bello como nunca antes lo había contemplado. Los transeúntes, bien solitarios, bien acompañados surcaban las calles en las que pequeños corpúsculos flotaban en el aire, atravesado todo él por infinitos rayos de luz. Miles de flores explosionaban en jardines verde esmeralda, el parque era una mina de piedras preciosas, o una paleta emborrachada de un pintor impresionista. Y ese aire olía, tenía un aroma tan tierno, el corazón se aceleraba con planes, con nostalgias de anécdotas idealizadas, de una primavera que ya pasó de una que aún no ha sido. pero que llega, que se asoma.

1 comentario:

  1. Bello ejercicio de redacción, soltándote, como antes de iniciar un ejercicio más fuerte, más poderoso y continuado. Intenta ser ahora más minuciosa. Acerca la lupa de ver, de describir, de llegar a "algún punto que desees llegar". ánimo compañerita. Antonio

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