viernes, 13 de febrero de 2015

Comida bio


Cuando en Alemania te encuentras, la comida BIO te rodea. Es curioso pues allá adonde vas ya sea una tienda, un súper o hipermercado, la etiqueta se halla en un sinfín de productos, yogures BIO, cereales BIO, fruta BIO, chocolate BIO, frutos secos BIO, cualquier alimento que puedas imaginar. Incluso puedes encontrar tiendas completas de productos BIO. La calificación, como bien imagináis hace referencia al cultivo o tratamiento orgánico, lo menos químico posible de dichos productos.
A cualquier extranjero, y en mi caso a una española, le llama mucho la atención esta oferta, pues en nuestros países es algo anecdótico, muchas veces casi inasequible y ridículo por la apariencia raquítica del alimento. Lo mejor o lo peor de todo es que una se vuelve adicta a adquirir siempre que puede comestibles de este tipo. El abanico además es extenso y se suma a una gran variedad de tentempiés, snacks, que entretienen el diente y que inconscientemente se asocian a lo dietético.
Mis niños por supuesto consumen comida BIO, ellos no son conscientes pero su madre sí, que cuidadosamente selecciona productos adecuados para los pequeños. Sin embargo, cuando viajo en el autobús cada mañana veo a muchos jóvenes con sus hamburguesas, kebaps, fideos chinos, pizzas... y breezes (pan salado alemán) con Leberwurst (paté) a los que tienen la suerte de llevar algo más elaborado consigo. ¿Acaso no habrá calado la cultura BIO en sus púberes estómagos o quizás les entre el interés cuando quieran purificarse de una manera algo obsesiva en una edad más madura, justo después de dar el último bocado a una burger o wurst?

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